Por Fernanda Monserrath Gutiérrez Zaragoza
Grupo Asesor de Jóvenes-GOYN CDMX
En México, y particularmente en la Ciudad de México, miles de jóvenes enfrentan una realidad que les priva de sus derechos fundamentales. En lugar de vivir una juventud plena, de estudiar o trabajar, están dedicados a cuidar a sus familiares. Para muchos de estos jóvenes, esta tarea no es una opción, sino una necesidad que deriva de la falta de un sistema de cuidados que los respalde. Esta carga no solo los excluye de oportunidades educativas y laborales, sino que también afecta su bienestar emocional y su salud mental.
La Ruta de Acción Jóvenes Oportunidad en la CDMX, en el marco de la Global Opportunity Youth Network (GOYN) y en colaboración con Iniciativa Ciudadana, busca justamente visibilizar y abordar esta problemática. Desde mi participación en esta iniciativa, como joven cuidadora, he podido ver de cerca cómo las juventudes cuidadoras, históricamente invisibilizadas, están comenzando a organizarse y a levantar su voz para exigir un cambio estructural en las políticas de cuidados en México.
La juventud que sostiene a la Ciudad: urgencia de un sistema integral de cuidados en la CDMX
En la Ciudad de México, más de 300,000 jóvenes viven en una encrucijada que afecta su futuro: deben elegir entre el acceso a la educación o a un empleo digno, o dedicarse al cuidado de sus familiares. Estos jóvenes, en su mayoría mujeres, asumen responsabilidades de cuidado no remunerado que ni el Estado ni la sociedad reconocen adecuadamente. Esto los deja en una situación de vulnerabilidad extrema, limitando su potencial para contribuir plenamente a la sociedad.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT), el 93% de quienes realizan tareas de cuidado no remunerado en México son mujeres, y una proporción significativa de ellas son jóvenes. Estas labores, fundamentales para el bienestar de sus familias y el funcionamiento general de la sociedad, no reciben ningún tipo de compensación económica ni reconocimiento social o laboral. De hecho, se estima que el valor del trabajo no remunerado en cuidados representa el 23% del Producto Interno Bruto (PIB) de la Ciudad de México, lo que pone en evidencia la importancia económica de esta actividad invisible.
Educación, Empleo y Salud Mental: Las Piezas Claves de un Sistema de Cuidados
La falta de reconocimiento y apoyo a los jóvenes cuidadores tiene consecuencias devastadoras. Miles de ellos se ven obligados a abandonar sus estudios porque no tienen el tiempo ni los recursos necesarios para equilibrar sus responsabilidades de cuidado con su educación. Según el INEGI, cerca de 3 millones de jóvenes en todo el país no pueden continuar su educación ni acceder a un empleo digno debido a las responsabilidades de cuidado que asumen. En la Ciudad de México, donde las desigualdades sociales son profundas, esta situación se agrava aún más.
El impacto no se limita solo a la educación. Estos jóvenes también enfrentan barreras para acceder a empleos dignos. Las responsabilidades de cuidado, al no estar reconocidas por el sistema, los excluye del mercado laboral formal, condenándolos a la precarización económica. Los empleos que logran obtener, cuando pueden, son generalmente informales y mal remunerados, lo que perpetúa un ciclo de pobreza.
Además de estas barreras educativas y laborales, el bienestar emocional de los jóvenes cuidadores está seriamente comprometido. El 70% de las personas cuidadoras en México reportan altos niveles de estrés, ansiedad y agotamiento, de acuerdo con datos del INEGI. La carga emocional de cuidar a un ser querido sin apoyo adecuado y sin tiempo para descansar genera consecuencias negativas en su salud mental. La falta de acceso a programas de salud mental y apoyo psicológico agrava aún más la situación, dejando a estos jóvenes sin las herramientas necesarias para gestionar el estrés y las emociones que conlleva su rol.
El Taller sobre Comunicación y Negociación: Herramientas para la Incidencia
El pasado 17 de agosto, participé en el Taller sobre Comunicación y Negociación Dirigida a Tomadores de Decisiones, que fue un punto de inflexión en mi entendimiento sobre el poder de la incidencia política. Este taller no solo nos proporcionó herramientas para articular mejor nuestras demandas, sino que también nos enseñó a negociar con quienes tienen el poder de tomar decisiones que afectan nuestras vidas. Entendimos que la incidencia política no solo se trata de expresar nuestras necesidades, sino de traducir nuestras experiencias en propuestas concretas que puedan generar cambios estructurales en las políticas públicas.
A lo largo del taller, jóvenes como yo compartimos nuestras historias y discutimos cómo los retos que enfrentamos en nuestro día a día, como cuidadores, pueden transformarse en oportunidades para incidir en políticas públicas más justas. Uno de los aprendizajes más valiosos fue el poder de comunicar estratégicamente para generar empatía y captar la atención de los tomadores de decisiones. Reconocimos que, si queremos que nuestra voz sea escuchada, debemos ser claros y contundentes en nuestras propuestas.
Incidencia Política: La Clave para el Cambio
La solución a esta crisis de cuidados radica en la creación de un sistema integral de cuidados que reconozca el valor del trabajo de cuidado y ofrezca a los jóvenes cuidadores las oportunidades que merecen. Esto debe incluir el acceso a empleos dignos, con jornadas flexibles que se ajusten a sus responsabilidades de cuidado. Al mismo tiempo, es crucial implementar políticas que les permitan continuar su educación, adaptando los programas a sus necesidades y proporcionando el apoyo necesario para que no se vean obligados a abandonar sus estudios.
Además, un sistema de cuidados integral debe considerar el acceso a salud mental y apoyo emocional para estos jóvenes. El agotamiento emocional que enfrentan no es algo que debamos ignorar; es una realidad que está afectando su capacidad de desarrollarse plenamente. La incidencia política es clave para lograr estos cambios. Necesitamos que las políticas públicas incluyan a los jóvenes cuidadores como un grupo prioritario y garanticen que sus derechos sean reconocidos.
La Ciudad de México debe ser un ejemplo de equidad y justicia, donde el trabajo de cuidados no sea visto como una carga que recae solo sobre las mujeres y los jóvenes, sino como una responsabilidad compartida que necesita ser respaldada por políticas públicas sólidas. Crear un sistema integral de cuidados no es solo un acto de justicia, sino una inversión en el futuro de nuestra ciudad.
Conclusión: Hacia un Sistema de Cuidados Inclusivo
La creación de un sistema integral de cuidados en la Ciudad de México no es solo urgente, es absolutamente necesaria. Estos jóvenes cuidadores, invisibles para muchos, son quienes sostienen sus hogares y, en última instancia, el bienestar de nuestra sociedad. Si no actuamos, estamos condenando a una generación entera a la pobreza, la exclusión social y la precariedad.
Es momento de reconocer y apoyar a quienes cuidan. Implementar políticas de cuidados integrales es no sólo una cuestión de justicia social, sino una apuesta por el bienestar colectivo. Un sistema de cuidados inclusivo, que garantice el acceso a empleo digno, educación de calidad y salud mental, es la clave para asegurar que ningún joven tenga que renunciar a sus derechos por cuidar de sus seres queridos.
Como dijo Eleanor Roosevelt, “El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños”. Hoy, la juventud cuidadora está lista para transformar sus sueños en acciones concretas, y es nuestro deber asegurarnos de que cuenten con las herramientas y el apoyo necesarios para lograrlo. El cambio es posible, y juntos, podemos construir un sistema de cuidados que reconozca y valore el trabajo de quienes sostienen nuestras familias y nuestra sociedad.