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Comprehensive Care System in Mexico: A Public Policy Perspective

Author:

Guillermo M Cejudo
Guillermo M Cejudo

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Research professor at CIDE, interested in public policy, federalism, and accountability. Author of Understanding State Governments (Nostra) and Bureaucracy and Democracy (INE). Coordinator of the Transparency Dictionary (INAI). Co-editor of Implementation Variations (CIDE), Transparency Policy in Mexico (CIDE), and The Structure of Accountability in Mexico (UNAM). Compiler of New Public Management (Siglo XXI) and two anthologies of literature on policy implementation (CIDE). Author of articles in Policy Sciences, Public Administration Review, Governance, International Public Management Journal, International Review of Administrative Sciences, among other specialized journals. Member of the National System of Researchers (Level III) and the Mexican Academy of Sciences. Academic Advisor at Coneval.

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Por Guillermo Cejudo Ramírez

Profesor investigador de la
División de Administración Pública-CIDE

Cómo poner en perspectiva de políticas públicas las discusiones de cuidado infantil, las reacciones y el funcionamiento de los programas que le han sucedido. La premisa sirve para poner en claro la importancia de la investigación y la discusión actual sobre el sistema de cuidados. En México, al igual que en otros países de América Latina hay una discusión viva y muy intensa sobre la construcción de sistemas de cuidado.

Pero tengo la impresión de que, a veces, hay algo abstracto que se llama sistema integral de cuidados que hay que tener, pero se nos olvida la discusión fina, sustantiva desde políticas públicas y desde la experiencia de las personas de qué significa un sistema de cuidados, por qué importa y cuáles son los estándares de discusión para construirlo.

Esta discusión sólo puede tener lugar a partir de la investigación empírica sobre cómo funcionan los programas, qué pasa en los hogares cuando estos programas existen o dejan de existir y cómo las personas responsables de proveer servicios de cuidados a distintas poblaciones piden las políticas públicas. Porque de lo contrario me temo que es muy fácil para los gobiernos, para los políticos, dar un poco la vuelta y decir: cualquier cosa es un sistema de cuidados. Esa ha sido una experiencia en varios gobiernos, en varios países, y creo que es importante tener evidencia de qué significan los cuidados en la práctica y cuáles son los estándares de discusión en esa lógica.

Mi perspectiva es de políticas públicas y es distinta de las discusiones que están hoy en boga en el legislativo y entre abogadas y abogados sobre el marco legal y constitucional que es indispensable para garantizar el derecho al cuidado y marcar la ruta de construcción de un sistema de cuidado. Desde luego, también es complementaria pero distinta de la discusión que especialistas y feministas hacen sobre el empoderamiento económico de las mujeres, las desigualdades de género, etcétera. Y también, es distinta de discusiones que son muy técnicas sobre las condiciones en las que requieren cuidado poblaciones específicas, de las personas con discapacidad, de las personas mayores y desde luego las infancias y adolescentes.

Hablaré de la perspectiva de políticas públicas, que es reconocer que cuando hablamos de cuidado hablamos de lo que en la literatura llamamos problemas complejos que requieren políticas integradas. Para ello, 3 ideas en las cuales me voy a concentrar.

La crisis de cuidados es un problema complejo

La primera, es que hay una crisis de cuidados, que es un problema complejo, al que se le suele responder con intervenciones fragmentadas. Entonces tenemos un problema multidimensional con muchas aristas y variantes, pero cuya respuesta suele ser: “Ahí va una política, muy concentrada que atiende una de esas aristas o que atiende una de esas poblaciones”. Por el contrario, resolver un problema complejo requiere integrar las políticas de distintos sectores y eso es por lo que hablamos de un sistema de cuidados, que no es que sea bueno en sí mismo o que sea la moda. ¿Por qué hablamos de un sistema integral de cuidados?, porque es la única forma en la que se logra articular distintas intervenciones del gobierno en torno a las necesidades de cuidado de las personas. ¿Por qué los cuidados son un programa público y cuál es la responsabilidad del Estado? porque hay organización social del cuidado que muestra cómo las familias, las familias y el mercado, y la comunidad y el Estado distribuyen las responsabilidades, la carga y el tiempo de cuidados en una sociedad. Pero, aunque claramente hay responsabilidad de todos los actores, es el Estado quien moldea la organización social del cuidado, a veces con los derechos que reconoce o con los servicios públicos que presta o deja de presta. Pero también directamente con la regulación del mercado de trabajo o de la seguridad social e incluso con intervenciones como el diseño del espacio público.

Las acciones y omisiones del Estado, incluso en temas que parecerían no estar vinculados, tienen efecto en las necesidades de cuidado. Hay muchas decisiones del gobierno, aunque no estén pensadas en la lógica de cuidados, que terminan afectando la forma en la que los hogares pueden o deben asumir los cuidados, y por eso hablamos de una crisis de cuidados.

Así, una crisis de cuidados es justo la imposibilidad que hoy tienen las sociedades de garantizar cuidados de calidad para todas las personas que lo requieren, pero también de prever que los cuidados no sean una carga onerosa en las familias, o que signifique una afectación al bienestar casi siempre de las mujeres, de las madres o de las hermanas o de las abuelas para poder brindar o tener cuidados de calidad.

Esa crisis de cuidado refuerza las desigualdades de género, porque las cargas de cuidado están distribuidas y recaen desproporcionadamente en las mujeres, pero también lo hace porque moldea las oportunidades de carrera laboral. La Premio Nobel de Economía del 2024 justo su contribución es esa: que las trayectorias laborales de las mujeres y de los hombres cuando tienen la misma formación y condiciones equivalentes, más o menos se mantienen igual hasta que tienen hijos. Pero, en el momento que tienen hijos, aunque tengan la misma formación, el mismo talento, cambian completamente las trayectorias laborales de los hogares.

Pero también esta crisis de cuidado replica las desigualdades de ingresos. No es lo mismo tener que pagar o adquirir servicios de cuidado en el mercado para un hogar en los primeros 2 deciles de ingreso que los últimos 2 deciles de ingreso.

Y finalmente, esta crisis de cuidados afecta el ejercicio de otros derechos: estamos condenando en los hogares a que las adolescentes, las jóvenes, en lugar de estar en la escuela asuman responsabilidades de cuidado; estamos conteniendo el desarrollo personal pleno de las mujeres, estamos condicionando las trayectorias educativas de niños y niñas que al no tener cuidados de calidad en sus primeros mil días, 3 años, etcétera, están teniendo dificultades para insertarse exitosamente en la secuencia de educación formal.

Resolver un problema complejo requiere integrar las políticas de diversos sectores

Una segunda idea es sobre la carga de cuidados y lo que significa el costo del trabajo no remunerado en los hogares, que es diferente dependiendo de su situación de pobreza, aunque valoráramos igual el aporte económico, ese aporte económico hay que contrastarlo con el ingreso de esos hogares.

Además, cada decisión del Estado de activar o cerrar espacios públicos, les impone a los hogares un costo de tiempo y de cuidados. Terminan siendo decisiones que los hogares cargan y tienen costos. Cada decisión replica y refuerza las desigualdades.

Entonces, la crisis de cuidado de un sistema o de un problema público complejo requiere como respuesta construir un sistema de cuidado, que se adapte a las condiciones de cada persona y, además, adaptarse a las condiciones estructurales del país.

Por ello se necesita de una definición del programa público bien calibrada, que especifique cuáles son las intervenciones necesarias para efectivamente atenderlo y luego encontrar cuáles son las agencias gubernamentales que deberán participar y las personas a las que deben orientar las acciones. Entre más complejo es un problema, es decir entre más factores lo generan, mayores serán las intervenciones y las agencias gubernamentales necesarias para atenderlo. Por eso no hay un sistema que dependa de una sola dependencia. Eso ocurrió en Uruguay, en Chile, en donde ya están avanzando. En Colombia, no es una agencia la que crea su sistema de cuidado, es la articulación de distintas dependencias, agencias, secretarías, ministerios, que conectan programas para adaptarlos a las necesidades diferenciadas y cambiantes de las personas.

Por eso, la discusión sobre temas de cuidado no debe concentrarse solo en una cosa abstracta de si necesitamos o no un sistema o necesitamos una ley o no que diga que se requiere que haya un sistema. Lo que necesitamos es operacionalizar de manera muy precisa esos derechos a cuidar y a ser cuidado.

Los cuidados hoy son un trabajo precario. Durante mucho tiempo prestar cuidados podría estar financiado por el gobierno, pero no tener acceso a seguridad social, sin estabilidad laboral y que en el mercado sean muy poco valorados, es algo que tiene que cambiar si queremos que todo lo demás funcione porque no podemos concebir un sistema de cuidados sobre la base de la precarización.

El reto normativo de un sistema de cuidados es cómo garantizamos que una persona reciba los cuidados que necesita según sus características particulares. Desde la oferta gubernamental es cómo pasamos de intervenciones aisladas a la prestación articulada de servicios de cuidado en torno a una misma persona. Es una discusión difícil a veces.

Cuando un gobierno anuncia que repartirá otra beca o una transferencia a personas o un subsidio para niños que, aunque parece una mala idea, sí hace una diferencia en la vida de quienes lo perciben, sobre todo cuando es dinero. Pero la pregunta es cómo eso contribuye a construir una oferta articulada y una discusión sobre el sistema de cuidado, porque algo que ha ocurrido es que los gobiernos federales, estatales y municipales han encontrado una vía muy fácil de hacer programas sociales y convertir todo en transferencias monetarias, afectando claramente la organización social de los cuidados.

Un sistema integral requiere un diseño que articule las intervenciones del gobierno en torno a las necesidades de cuidado de las personas

La tercera idea es que un sistema de cuidados tiene que articular el conjunto de la política de cuidados y orientarla a las características específicas de cada persona. Pero además de la cosa normativa que es reconocer el derecho a recibir y dar cuidados, que es algo que está atorado en el legislativo el día de hoy, se tiene que cerrar progresivamente cada brecha identificada. Desde luego, nadie espera que ocurra en automático, porque ningún país ha logrado que de un día para otro todo se cierre toda brecha, pero sí tenemos que entender que hay una necesidad, que hay poblaciones específicas que están en condiciones precarias y ahí es donde deberíamos empezar.

¿Cuál es el horizonte de implementación de un sistema de cuidados? El gobierno federal anunció que es un sistema progresivo, muy bien no puede ser de otra forma, pero ¿Qué quiere decir progresivo? ¿Que al final del sexenio llegue a algún lugar o que el horizonte son 50 años? porque cada día que nos tardamos en garantizar los cuidados sobre todo de primera infancia estamos sembrando desigualdades que esa población tendrá que cargar durante toda su vida.

¿Cómo se financiará si no hay presupuesto? No importa cuántas veces cambiemos la Constitución, no va a haber diferencia y ¿cuál será el modelo de gobernanza? Más importante es que cambiemos los estándares de diseño de las políticas con los cuales valoramos el diseño de las políticas. Que no digamos que es mejor que haya una transferencia monetaria a que no haya una transferencia o es mejor que haya un programa que llega a dos ciudades a un programa que no llega a nadie. Ese es un estándar muy bajo. Entonces, la pregunta que tenemos que hacer sobre las políticas públicas es cómo cambia la organización social del cuidado. Dar transferencias a personas mayores, a mujeres de 60 a 64 años, es un reconocimiento a lo que ya pasó, pero ¿cambia la organización social del cuidado?, no, ¿la desfeminiza? no, ¿la desfamiliariza? no, ¿la desmercantiliza?, tampoco, ¿es la mejor opción para tratar de modificar como hoy la crisis de cuidado afecta a la población? Esas son las preguntas que tendríamos que plantearnos para el diseño de políticas públicas, junto con cómo cerrar las brechas existentes, porque hoy son terriblemente desiguales. Y finalmente, algo que es inevitable y que tenemos que entender es que toda política pública coexiste con otras.

Para concluir, se precisa una interrogante final: cómo la política que estás lanzando hoy va a coexistir con las políticas que están en marcha. ¿Refuerza sus objetivos o la contrarresta? Cuando tú creas un programa de estancias infantiles y luego lo desapareces, eso cómo va a afectar a otros programas, cómo eso va a contribuir a los objetivos de otras políticas públicas y cómo en conjunto va a modificarse la oferta institucional que integra ese sistema y que busca cambiar la organización social del cuidado que hoy en México es injusta, es desigual e impone cargas desproporcionadas en las mujeres.

 

M. Cejudo, Guillermo. (mayo de 2025). “Sistema integral de Cuidados en México; Una perspectiva de políticas públicas” [Resumen de ponencia]. El Colegio de la Frontera Norte. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=w7PIvACZSWQ

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