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Voces jóvenes en el cuidado: El rostro del cuidado también es queer

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Perla Michelle Rosales Sandoval
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de JuventudES:

Por Perla Michelle Rosales Sandoval

Grupo Asesor de Jóvenes de GOYN CDMX

Dedicado a Nora Angélica Sánchez Conde:
sin ti, esta familia no existiría. Gracias por darme una hermana.

El pasado 20 de junio, tuve la oportunidad de participar en el foro “Voces Jóvenes en los Cuidados”, un esfuerzo colaborativo de la Plataforma Juventudes, la red GOYN CDMX, Iniciativa Ciudadana y Oxfam México.

Llegué con los primeros rayos del sol para comenzar con los preparativos, saludar a amigues y construir nuevos lazos.

Mientras terminaban de instalarse las mamparas y las mesas de registro, aquella atmósfera de “hay algo grande por pasar” ya se sentía en el aire.

Durante todo el día tuve una idea en mente: ¿Cómo impacta este tema en mi vida?, ¿De qué manera esto me atraviesa? La respuesta fue muy clara.

Mi familia no es una familia convencional, no somos la clásica familia tradicional. Somos dos mujeres lesbianas, un hombre gay y tres perros que llenan todo de pelos y ternura en nuestro día a día. En casa, como en cualquier otra familia, nos cuidamos con un apapacho, comida caliente, preguntas incómodas y un montón de paciencia. Estamos para les otres cuando enfermamos, cuando el dinero no alcanza e incluso cuando nos cansamos de ser fuertes todo el tiempo.

Nuestra familia existe, resiste y, como todas las familias diversas en la Ciudad de México, merece ser reconocida en las políticas públicas desde su propia construcción.

En México, las mujeres dedican 37.9 horas semanales al trabajo doméstico y de cuidados, mientras que los hombres destinan 25.6 horas. Esa carga invisible aporta un 24.7 % del PIB —valor en tiempo y esfuerzo que rara vez se retribuye—.

Porque el rostro del cuidado es femenino, pero también es queer.

Las abuelas lesbianas que cuidan a sus nietos, los tíos gays que crían a sus sobrinos, las mujeres muxes que se quedan al cuidado de sus madres, o las casas compartidas entre amigues donde los cuidados se organizan sin apellidos ni contratos: todas estas formas de cuidar existen. No están en las estadísticas, pero sí en la vida diaria. La sostienen y también merecen ser reconocidas.

Las personas LGBTQ+ tenemos 1.2 veces más probabilidades de ser cuidadores principales y 3.5 veces más de cuidar a amigos o a nuestra “familia elegida”.

Con esto en mis pensamientos, levanté la voz y puse en la mesa la otredad. Cuestioné cómo podemos incluir a estas familias elegidas en el sistema público de cuidados:

¿Realmente es posible?

¿Podemos imaginar una realidad en la que amigues que viven juntes y son una familia compartan su acceso a la seguridad social?

Podría sonar loco y quizá inalcanzable, pero lo cierto es que poder pensar en esta realidad ayudaría a reducir las labores de cuidado de quienes cuidamos a nuestras familias desde la diversidad.

Porque les jóvenes no solo somos sujetos de cuidado, también somos cuidadores y sostenemos la realidad que nos rodea.

Los cuidadores LGBTQ+ solemos ser más jóvenes, diversos étnicamente y con menos recursos económicos que los cuidadores no LGBTQ+: por ejemplo, el 52 % de los cuidadores LGBTQ+ reportó dificultades financieras, frente al 38 % entre los no LGBTQ+.

A lo largo del foro se presentó y firmó la Agenda de las personas jóvenes en materia de cuidados, un documento de doce puntos que resume las demandas que las juventudes pusimos sobre la mesa:

  1. Reconocer el derecho al cuidado de las personas jóvenes y los derechos específicos de quienes cuidan, con un enfoque interseccional y antidiscriminatorio.

  2. Garantizar la participación juvenil en el diseño, ejecución y evaluación del Sistema Público de Cuidados de la CDMX.

  3. Visibilizar las formas diversas de cuidado más allá del modelo tradicional —incluyendo redes LGBTIQ+, comunidades juveniles y familias elegidas—.

  4. Impulsar campañas culturales que transformen la narrativa del cuidado, destaquen la corresponsabilidad y convoquen a nuevas masculinidades.

  5. Profesionalizar y remunerar el trabajo de cuidados que hoy realizan, sin pago, muchas mujeres jóvenes y sus familias.

  6. Promover pedagogías del cuidado y alianzas con escuelas, empresas y comunidades para construir espacios corresponsables.

  7. Garantizar empleos dignos y libres de violencia para las personas trabajadoras del hogar y de cuidados.

  8. Prevenir y atender la violencia y discriminación que viven las juventudes cuidadoras.

  9. Asegurar licencias, horarios flexibles y servicios gratuitos que distribuyan la carga de cuidados.

  10. Asignar presupuesto etiquetado y suficiente, con mecanismos de rendición de cuentas.

  11. Generar datos e indicadores desagregados que midan los cuidados juveniles y su impacto.

  12. Establecer las bases de un Sistema Integral de Cuidados Metropolitano, que funcione a escala de la Zona Metropolitana del Valle de México.

Gracias a la intervención de diversos representantes del Gobierno de la Ciudad de México, entendimos que esta agenda no solo es nuestra: también es suya.

Y ya tenemos un camino avanzado: en equipo, en las utopías, en las aldeas juveniles y en muchísimas entidades más queremos Reconocer, Reducir, Redistribuir, Recompensar y Representar a la otredad que cuida:

A las juventudes queer, a los jóvenes padres solteros, a las nietas que cuidan de sus abuelxs que no son de sangre, pero sí de vida.

Es plataforma digital libre y accesible que sirve como una herramienta de información y colaboración entre las juventudes y las instituciones para la empleabilidad en la CDMX

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