El desafío de la empleabilidad de los jóvenes en América Latina afecta a todos los países y, según los estudios, no es ajena a las desigualdades preexistentes en la sociedad. Un reciente estudio[1] reporta que en América Latina 60 millones de jóvenes, es decir, un 42% del total de personas de 15 a 29 años, todavía no han iniciado su incorporación al trabajo. Siguiendo el reporte sobre el empleo juvenil del Instituto Iberoamericano para la Educación y la Productividad (2022), la brecha de género es el principal indicador de desigualdad en la cuestión. El promedio para el conjunto de los países de Latinoamérica considerados (Argentina, Costa Rica, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Rep. Dominicana), tanto la tasa de actividad juvenil como la de empleo es menor en las mujeres; alcanzando cifras de hasta 45 puntos en Guatemala. A esto se le suma la situación de clase y acceso a la educación: los jóvenes con nivel educativo medio (secundaria completa/incompleta) son los que presentan mayores obstáculos para obtener empleo, que se evidencia en menores tasas de ocupación y más desempleo. Y en caso de que consigan trabajo, éstos suelen ser informales y en peores condiciones laborales (IIEP, 2022).
El horizonte, sin embargo, debe prever algunas cuestiones nuevas, que luego de la pandemia de COVID19 intensificaron e intersectan en el mundo laboral: el progreso tecnológico, la evolución de las preferencias de los empleados y los nuevos modelos de organización de las empresas, que están moldeando desafíos y oportunidades.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, en el futuro cercano, los avances tecnológicos requerirán que la mitad de los empleados reorienten y mejoren sus competencias. Asimismo, una encuesta de PwC[2] indica que el 79 % de los directores generales están preocupados por la disponibilidad de competencias digitales clave entre sus empleados. Desde Civic House, atentos a esta dinámica atravesada por las nuevas tecnologías, estamos llevando adelante el proyecto WorkerTech Argentina, impulsado por BID Lab. Este proyecto se adentra en los nuevos trabajos atípicos, que mediados por plataformas digitales, ofrecen oportunidades a jóvenes y personas que buscan ingresos complementarios.
Ahora bien, conscientes de que esta creciente digitalización del mundo del trabajo conlleva nuevos excluidos, principalmente para sectores vulnerables o sectores con nivel educativo medio, el proyecto hace foco, entre otras cosas, en capacitaciones de habilidad blandas y otras más específicas donde el aprendizaje sobre el uso de herramientas tecnológicas y plataformas digitales permitiría acceso a un empleo o el desarrollo de pequeños emprendimientos. En este sentido, desde WorkerTech Argentina se trabajó en 2022 y 2023 junto a gobiernos locales y sectores del gobierno nacional[3] y con agencias de formación de la sociedad civil para ofrecer 5 ofertas formativas de 2 ejes bien diferenciados: (i) adquisición de habilidades digitales y (ii) job retraining.
Dentro del primer eje se encuentran los cursos de Ventas en Plataformas digitales y Finanzas para pequeños negocios. Estas capacitaciones se enfocan en brindar herramientas para mejorar la estrategia y volumen de ventas a través de plataformas digitales y la gestión financiera para que los emprendedores hagan crecer su negocio o que quienes estén en etapa de ideación puedan ponerlos en marcha. Las herramientas digitales son fundamentales para iniciar y mantener un negocio exitoso y nuestro propósito es proporcionar conocimientos muy prácticos para utilizarlos en consecuencia.
Por otro lado, dentro del eje de Job retraining, se encuentran los cursos de: Desarrollo frontend, Diseño UX/UI y QA Testing. Los 3 cursos han sido dictados casi exclusivamente a mujeres, dada la evidencia empírica de que éstas tienen un acceso desigual a empleos vinculados a la tecnología. A diferencia del primer eje, estas certificaciones tienen como objetivo mejorar las habilidades de las mujeres en programación y el desarrollo de su propio sitio web con el fin de una potencial reconversión laboral. Sin embargo, estas ofertas evidenciaron una mayor barrera de acceso al ser un entrenamiento más intensivo que los cursos de ventas y finanzas.
Sobre la población que formó parte de esta formación en usos de tecnología, podemos decir que la gran mayoría de las personas inscritas son mujeres, alcanzando un 89% del total[4]. Un porcentaje idéntico declara haber terminado, al menos, sus estudios secundarios y/o tener estudios universitarios/terciarios. Y si consideramos la situación laboral de las personas inscritas, un poco más que 5 de cada 10 reportan no estar ocupadas al momento de inscribirse a los cursos y, del subconjunto de personas ocupadas, 1 de cada 4 se encuentra informalmente empleada o no percibe un salario/ingreso fijo.
En términos de resultados, casi 1 persona de cada 4 (23,11%) que se inscribe, asiste efectivamente a la capacitación[5]. Si se toma en cuenta el universo de cursantes, la tasa de egreso es del 33,43%; lo cual representa un porcentaje nada despreciable para lo que suele ser el promedio de asistencia de este tipo de cursos gratuitos. A modo de evaluación, luego de pasados seis meses de haber finalizado cada curso, se envía una encuesta de seguimiento para poder observar resultados.
Los encuestados otorgaron una alta calificación, con una respuesta promedio de 9,28/10; un 80% puntuó con 8 o más (en una escala del 1 al 10) lo que el curso aporta a su futuro y un 38% considera que sus ingresos mejoraron luego de haber hecho el curso[6]. En la encuesta de origen, un 32% de los encuestados que luego finalizaron el programa se encontraban ocupados. Pasados seis meses de haber cursado, este porcentaje asciende a 37%. Este resultado es más promisorio si se tiene en cuenta que el grupo de comparación (gente que respondió la encuesta, pero no finalizó el curso) había reportado un 42% de ocupación al momento de inscribirse, pero al ser consultado un semestre post curso, reportó un 36,61%. Esto quiere decir, que mientras el grupo de “tratamiento” registró un incremento del 5%, el grupo de comparación (que no fue tratado o fue tratado “deficientemente”) registró un descenso de aproximadamente la misma magnitud. Esto se traduce en un indicio de efecto neto del 10% del programa sobre la tasa de ocupación de los participantes, aunque, nuevamente, no es factible realizar una atribución causal del mismo por no ser factible utilizar metodologías experimentales.
Por último, amerita también hacer una reflexión final sobre los socios del proyecto y las estrategias de las convocatorias y la retención. Los aprendizajes en términos del ecosistema de ofertas formativas nos indican que, tanto de gobiernos locales como del gobierno nacional, los desafíos están en convocatorias orientadas a públicos interesados y con capacidades instaladas. Los cursos del eje job retraining, requieren una logística de soporte y equipamiento que, en caso de que los destinatarios no posean, se deben proveer. Ahí está la clave, junto a una política de búsqueda de información sobre disponibilidad horaria y espacios presenciales disponibles con conexión estable a internet, resulta importante profundizar vínculos entre gobiernos, sociedad civil y empresas. Si como muestran los datos mencionados más arriba, los creadores de demanda laboral ya están alertas, mejorar la oferta debe ser un objetivo común.
[1] https://portalrecerca.uab.cat/en/publications/transiciones-juveniles-en-desventaja-al-mercado-laboral-en-am%C3%A9ric
[2] https://www.pwc.com/gx/en/issues/c-suite-insights/ceo-survey-2023.html
[3] Los cinco cursos son dictados en sociedad con organizaciones expertas en estas temáticas: Njambre, Contribuir, ADA ITW y Fonselp; y la convocatoria a inscripciones se hace a través de gobiernos locales, con quienes se trabaja en alianza, garantizando que los cursos ofrecidos lleguen con facilidad y mayor penetración a los residentes de cada localidad de Argentina. A noviembre de 2023, y con casi dos años de proyecto transcurrido, WorkerTech ha trabajado con más de 18 gobiernos municipales y provinciales de todo el país, así como también con algunas de las fundaciones u organizaciones más importantes de Argentina, tales como Cáritas, Fundación Pescar, Fundación Compromiso y Red de Innovación Local (RIL), entre otros. Nuestra plataforma registra un total de 20.980 personas que completaron el formulario de inscripción para cursar alguno de los cinco cursos mencionados.
[4] El universo de análisis abarca 18.648 personas pertenecientes a cursos que ya han culminado. Se excluyen de este análisis a personas que se encuentren cursando actualmente, con el fin de poder reportar tasas de asistencia y culminación, entre otras, ya consolidadas.
[5] Es necesario tener en cuenta que los cursos de job retraining, a diferencia de los de adquisición de habilidades digitales, tienen cupo (100 becas por curso). Esto quiere decir que, a medida que las inscripciones aumentan, la tasa de cursado tiende a bajar. Si tomamos como parámetro la tasa de participación sobre inscritos sólo de los cursos cortos, es decir, sin cupo, el porcentaje asciende al 30,5%.
[6] Esta pregunta tuvo una alta tasa de respuestas “NS/NC” (44%), lo cual genera poca precisión para evaluar este ítem. A modo ilustrativo, si excluimos de la muestra a este tipo de respuestas, el porcentaje de gente que percibe que sus ingresos mejoraron luego del curso asciende a un 68%.