Por Mtra. Lourdes Jiménez Brito
Investigadora de la Conferencia
Interamericana de Seguridad Social (CISS)
¿Te has dado cuenta de que cuando se habla del Sistema Nacional de Cuidados de México, no se menciona a las adolescencias o la juventud en general? Usualmente cuando pensamos en cuidados, viene a nuestra mente la imagen de una infancia muy pequeña o una persona mayor en situación de fragilidad. Aún nos encontramos viviendo bajo un paradigma del cuidado desde el enfoque de dependencia: creemos, equivocadamente, que solo las infancias y las personas con discapacidad o mayores requieren cuidados. Lo cierto es que todas las personas necesitamos cuidados a lo largo del ciclo de vida: desde que nacemos hasta el fin de nuestros días. Ciertamente la demanda de cuidados es distinta a lo largo de la vida: durante la juventud y la adultez, es más usual que no necesitemos tantos cuidados como en esas otras etapas de la vida. Sin embargo, sin cuidados, la vida simplemente no sería posible para nadie.
Ahora bien, México se encuentra en pleno proceso de debate público sobre la construcción de respuestas estatales ante la actual organización social del cuidado. De acuerdo con la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (INEGI, 2022) en México se estiman 58.3 millones de personas susceptibles de recibir cuidados, considerando únicamente a infancias, personas con discapacidad y personas mayores. De ellas, 64.5% los recibe por parte de una persona de su hogar o de otro hogar, evidenciando así su alto grado de familiarización. Respecto a las personas cuidadoras, 31.7 millones de personas de 15 años y más declararon que brindaron cuidados a integrantes de su hogar o de otros hogares. De esta población, 75.1% correspondió a mujeres y 24.9%, a hombres. Este dato demuestra la feminización del cuidado no remunerado que se brinda en los hogares. Incluso esta feminización ya era evidente con las encuestas de uso del tiempo: mientras las mujeres dedican 39.7 horas a la semana en labores domésticas y de cuidado, los hombres emplean 15.2 horas, es decir existe una brecha de 24.5 horas (INEGI & INMUJERES, 2019). Por su parte, la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México 2023 arrojó que el valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados reportó un monto de 8.4 billones de pesos, lo que equivale a 26.3% del PIB del total de la economía (INEGI, 2024).
Frente a todo este escenario de fuerte familiarización y feminización de los cuidados, la presidenta, Claudia Sheinbaum, ha anunciado la creación de más centros de cuidado infantil, la ampliación de servicios de cuidados para personas mayores y la puesta en marcha de un posible Sistema Nacional -y progresivo- de Cuidados. Ante esto vale la pena preguntarse ¿Porqué las adolescencias y las juventudes suelen estar invisibilizadas en el debate sobre la construcción de un sistema nacional de cuidado para México?
Analicemos, en primer lugar, los datos disponibles sobre los cuidados que brindan las y los jóvenes en México. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) 2019, entre los 12 a 14 años las niñas dedican en promedio 12 horas a la semana al trabajo doméstico y siete a los cuidados (19 horas en total). Por su parte, los varones de la misma edad dedican 8.6 y 4.7 respectivamente (13.3 horas en total) (INEGI & INMUJERES, 2019). Ya desde el inicio de la adolescencia es posible advertir que existe una especialización de las adolescentes en las tareas domésticas y de cuidados que las sitúa en desventaja respecto a sus pares varones, quienes tienen mayor libertad de emplear su tiempo en otras actividades (Heatley & Jiménez, s/f). Ya en la etapa de 15 a 18 años, las diferencias se hacen aún más críticas, poniendo en evidencia la cristalización de roles de género asociados al cuidado. Si sumamos la cantidad de horas que las adolescentes de 15 a 18 años dedican a los cuidados activos, pasivos[1] e indirectos, la carga total de cuidados representa 31.8 horas a la semana. Los adolescentes varones, en cambio, dedican 18.7 horas a la semana. Estos datos demuestran cómo las mujeres jóvenes incrementan su carga de trabajo de cuidados en el ámbito familiar y la brecha con respecto a los hombres también crece hasta alcanzar una diferencia de más de 13 horas semanales.
A partir de esta evidencia, sabemos muy bien que las y los adolescentes cuidan. Pero ¿sabemos si reciben los cuidados que necesitan? La misma ENASIC no les considera como población prioritaria (solo lo hace con las infancias, personas con discapacidad y personas mayores) y su inclusión dentro del discurso y la narrativa pública en relación con las políticas de cuidados ha sido limitada. Con frecuencia se asume que la juventud no requiere cuidados, tanto en el plano familiar como en el de las políticas públicas. Si bien es cierto que sus necesidades de cuidados son menos intensas que en otras etapas de la vida, deben considerarse respuestas públicas, comunitarias y familiares como opciones dignas de cuidados para este grupo etario en particular. Además, resulta fundamental considerar y promover su participación activa y democrática en los procesos de definición de dichas respuestas. Es imprescindible generar las condiciones específicas para que se respete el derecho humano al cuidado de las juventudes en su triple dimensión (a cuidar, a recibir cuidados y al autocuidado) y que éste sea garantizado.
La organización de espacios deliberativos que les den voz a las adolescencias y juventudes pueden considerarse buenas estrategias para escuchar sus propias preferencias sobre lo que requieren para ejercer su derecho al cuidado. Es necesario promover el enfoque de la interdependencia del cuidado y la superación, de una vez y para siempre, de la actual organización social de los cuidados, altamente familiarizada y feminizada. Sin lugar a duda, las juventudes pueden ser aliadas claves para contribuir fuertemente a lograr estos objetivos.
Referencias
Heatley, Ana & Jiménez Brito, Lourdes. Desigualdad de género y uso del tiempo: las mujeres frente a la sobrecarga de trabajo de cuidados en el curso de vida en México. En dictaminación.
INEGI. (2022). Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) 2022. Principales resultados.
INEGI. (2024). Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México (CSTNRHM) 2023.
INEGI, & INMUJERES. (2019). Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT) 2019. Presentación de resultados.
[1] La ENUT identifica a los cuidados pasivos al preguntar si mientras realizaba alguna otra actividad principal, cuidó o estuvo al pendiente de alguna persona (niño(a), adulto mayor, persona enferma o que requiere cuidados especiales).