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“Our present, our transformation”

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Diane Mirelle Escobedo Celis
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Founder of the MvC collective | Active member of the Youth Advisory Group (GAJ) of GOYN CDMX | Junior Achievement Mexico alumni. Focused on youth advocacy and the creation of collaborative spaces that promote employability, community participation, and youth-led social transformation. “I believe in the power of youth to transform the present and demonstrate that our voice is not only necessary, but essential to building a meaningful future.”

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Por Diane Mirelle Escobedo Celis 

Grupo Asesor de Jóvenes (GAJ) GOYN-CDMX

Durante años nos han repetido que las y los jóvenes somos “el futuro”. Sin embargo, mi propia experiencia demuestra que no estamos esperando a que ese futuro llegue: somos el presente activo, la energía que ya impulsa transformaciones reales en nuestras comunidades y en la forma en que entendemos el trabajo. En la Ciudad de México, habitamos un tiempo en el que el mundo laboral está lleno de retos: precarización, desigualdad, informalidad, pero también de oportunidades para imaginar nuevas soluciones. Y ahí estamos, las juventudes, participando no solo para encontrar un empleo, sino para transformar los espacios de trabajo y, al mismo tiempo, incidir en los procesos que determinan la vida en nuestra ciudad.

Hablar de juventudes y trabajo no significa únicamente mirar cifras de desempleo o vacantes. Es hablar de incidencia, propósito y creatividad. En mi trayectoria como joven activista y parte de colectivos, he podido constatar que no buscamos únicamente un ingreso económico: queremos empleos dignos, oportunidades para aprender, desarrollarnos y aportar algo valioso a la sociedad. Queremos que el trabajo sea una herramienta para impulsar transformaciones reales en nuestras comunidades.

En la Ciudad de México he visto cómo cada vez más jóvenes decidimos emprender, organizarnos en cooperativas o formar colectivos culturales, ambientales y tecnológicos. Estos proyectos no solo generan empleo, sino que crean espacios participativos donde nuestra voz cuenta. Esta tendencia nos confirma que la juventud no solo desea integrarse al mercado laboral; también quiere incidir en su diseño, en las políticas públicas que lo regulan y en la manera en que se construyen las oportunidades.

La intervención en el activismo social ha sido fundamental para comprender esta realidad. Desde temprana edad, al colaborar en mi colectivo MvC, como parte del GAJ (Goyn CDMX) y como Alumni de Junior Achievement México, he visto que el trabajo juvenil no se limita a un empleo formal: también está en el liderazgo comunitario, en la gestión de proyectos sociales, en la organización de eventos que visibilizan nuestras demandas y en la creación de redes de colaboración.

Gracias a estas experiencias he aprendido que la incidencia social es también una forma de trabajo. Requiere tiempo, preparación, coordinación y esfuerzo colectivo. Por ejemplo, al intervenir en proyectos con juventudes de distintos barrios y colonias, hemos desarrollado talleres de capacitación, actividades culturales y espacios de diálogo que fortalecen habilidades, generan confianza y abren oportunidades de participación ciudadana. Estos procesos han mostrado que el trabajo juvenil no solo construye ingresos, sino también tejidos comunitarios que transforman el presente y preparan el futuro.

Uno de los aspectos que más me motiva es ver cómo jóvenes de entornos muy distintos, desde quienes estudian y buscan su primer empleo hasta quienes enfrentan condiciones de mayor vulnerabilidad, han logrado tejer redes de apoyo y colaboración. No nos limitamos a competir: compartimos experiencias, exigimos mejores condiciones laborales, fortalecemos nuestra voz colectiva y creamos alianzas con instituciones, empresas y gobiernos locales. Este espíritu de cooperación está redefiniendo el ecosistema laboral y deja claro que la incidencia juvenil no es solo protesta; es también propuesta, creatividad y acción.

Sin embargo, hablar de trabajo juvenil en México implica reconocer los retos que persisten: la informalidad laboral, la falta de acceso a seguridad social, las brechas de género, las desigualdades territoriales y la dificultad de obtener el primer empleo. En mi participación en proyectos de incidencia he aprendido que, ante estos desafíos, la respuesta de las juventudes no ha sido la resignación, sino la innovación. He visto a jóvenes emprender negocios con impacto social y ambiental, priorizando el bienestar colectivo sobre la rentabilidad, y a otros organizarse para defender derechos laborales, fortalecer la economía social y demandar condiciones más justas.

Mi trayectoria como joven que interviene en procesos de incidencia social me ha permitido constatar que el verdadero potencial de nuestra generación está en romper moldes, pensar en grande y construir soluciones inclusivas y sostenibles. Desde los colectivos a los que pertenezco, he aprendido que el trabajo puede y debe ir más allá de una actividad económica: es también participación ciudadana, construcción de comunidad y ejercicio de derechos.

Cada taller que organizamos, cada feria comunitaria o proyecto con impacto social en el que participo reafirma mi convicción de que apostar por las juventudes no es un favor, sino una inversión para una ciudad más justa, creativa y sostenible. Y cada espacio en el que tenemos voz nos permite demostrar que estamos listas y listos para participar, no solo como beneficiarios de programas, sino como diseñadores de políticas públicas, líderes de proyectos productivos y representantes de nuestras comunidades.

Por eso creo firmemente que las juventudes debemos ocupar los espacios de decisión. No basta con exigir cambios; debemos también asumir la responsabilidad de contribuir a diseñarlos e implementarlos. Mi experiencia en colectivos y programas juveniles me ha enseñado que cuando un grupo de jóvenes logra sentarse en la mesa de diálogo, no sólo lleva sus demandas: lleva también propuestas innovadoras, energía y compromiso.

En cada colectivo juvenil, en cada emprendimiento social y en cada red de apoyo veo más que esfuerzo: veo esperanza y posibilidades reales de transformar nuestra ciudad. Porque cuando las juventudes transformamos el trabajo, también transformamos el presente y sembramos un futuro que nos pertenece.

La Ciudad de México necesita nuestras voces, nuestras ideas y nuestra fuerza. Y nosotros, como juventudes, necesitamos seguir creyendo que es posible construir espacios laborales más justos, dignos y con sentido. La transformación ya comenzó: tiene rostro y voz juvenil. Cada taller comunitario, cada pequeño negocio que apuesta por prácticas sostenibles, cada proyecto de incidencia en barrios o colonias es evidencia de que el cambio no es un discurso vacío, sino una realidad en marcha.

El mundo laboral que estamos construyendo es más inclusivo y participativo. Reconoce la diversidad, integra tecnologías con responsabilidad y entiende que el bienestar colectivo es tan importante como el éxito individual. Sabemos que los retos son grandes: el desempleo juvenil, la precarización, la desigualdad, pero también sabemos que nuestra capacidad para organizarnos, incidir y proponer soluciones es aún mayor.

El desafío que tenemos ahora es mantenernos firmes en la construcción de un ecosistema laboral que no deje a nadie atrás, que reconozca el talento juvenil en todas sus expresiones: artísticas, científicas, técnicas, sociales y que garantice condiciones dignas para desarrollarlo. Esto exige fortalecer políticas públicas para el primer empleo, la capacitación constante, la economía circular, la innovación tecnológica con responsabilidad social y la inclusión de mujeres y diversidades.

Como parte de esta generación, creo que la clave está en no renunciar a nuestra voz ni a nuestra creatividad. No podemos esperar a que otros decidan por nosotros: es momento de ocupar los espacios de participación y demostrar que las juventudes no sólo queremos empleos; queremos ser parte de las decisiones que definen cómo se organiza el trabajo y hacia dónde se dirige el desarrollo de nuestra ciudad.

En última instancia, el trabajo es mucho más que un medio de subsistencia. Es un espacio donde ejercemos ciudadanía, donde generamos impacto y donde podemos impulsar cambios reales y tangibles. Cada paso que damos en esa dirección fortalece no solo a nuestra generación, sino también a las que vendrán.

El cambio ya comenzó. Tiene manos jóvenes, ideas frescas y un profundo sentido de responsabilidad social. Las juventudes no sólo estamos construyendo nuestro presente: estamos sembrando las bases de un futuro que será más justo, inclusivo y sostenible para todo México.

It is a free and accessible digital platform that serves as an information and collaboration tool between youth and institutions for employability in CDMX

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