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The challenges of youth employability in the Valley of Mexico

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Octavio Rivas López
Octavio Rivas López

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Economista por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), maestro en Estudios Urbanos por El Colegio de México, A.C., y estudiante de la licenciatura en Educación e Innovación Pedagógica en la Universidad Pedagógica Nacional. Se ha desempeñado como servidor público en el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales, órgano desconcentrado de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y como modelador de datos en la compañía estadounidense Nielsen. Actualmente es Director de Área en la Unidad del Programa Jóvenes Construyendo el Futuro, adscrita a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Desde esta posición, coordina la evaluación y el seguimiento de los indicadores de desempeño del Programa, con atención a la mejora continua y la rendición de cuentas. Asimismo, forma parte del Consejo Directivo 2023–2025 del Colegio de Economistas Metropolitanos de la Ciudad de México, A.C., donde impulsa iniciativas y líneas de política pública en materia de empleo, pobreza y desarrollo regional.

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Por Octavio Rivas López

Director de Área en la Unidad del
Programa Jóvenes Construyendo el Futuro (STPS)

La juventud mexicana enfrenta una paradoja persistente pues constituye el grupo demográfico con mayor potencial transformador y, al mismo tiempo, es uno de los más vulnerables en términos de inclusión educativa, laboral y social. En el Valle de México, esta tensión se manifiesta con particular intensidad por la complejidad del entorno urbano, la concentración poblacional y las desigualdades estructurales que atraviesan la región.

Las y los jóvenes de entre 18 y 29 años se enfrentan a múltiples barreras para continuar sus estudios en el nivel medio superior y superior, así como para acceder a empleos estables, dignos y bien remunerados. Estas barreras no son únicamente individuales, sino que responden a dinámicas sistémicas como la precarización del mercado laboral, segmentación educativa, discriminación por género o condición social, y una creciente desvinculación entre la formación académica y las demandas del aparato productivo. Además, el entorno socioeconómico actual, marcado por la violencia, la desigualdad, la informalidad y la incertidumbre, configura un escenario muy distinto al que enfrentaron las generaciones anteriores. La promesa de la movilidad social por medio del estudio y el trabajo se ha debilitado, y muchos jóvenes perciben que sus esfuerzos no se traducen en mejoras tangibles en su calidad de vida.

En 2025, el Área Metropolitana de la Ciudad de México alberga a 3.6 millones de jóvenes de entre 18 y 29 años*. De ellos, 1 millón 760 mil se dedican exclusivamente a trabajar (49%), 994 mil asisten únicamente a la escuela (27%), 306 mil combinan trabajo y estudio (8%), y 517 mil no estudian ni trabajan de forma remunerada (14%). Este último grupo —frecuentemente denominado como población nini, que es un término estigmatizante— merece especial atención. De estos jóvenes, siete de cada diez realizan tareas de cuidado y labores del hogar, en su mayoría mujeres; el 28% está en búsqueda activa de empleo; y menos del 2% se encuentra en un proceso de definición vocacional o personal. Por otro lado, entre quienes trabajan, la mitad (50.5%) lo hace en condiciones de informalidad, lo que implica la ausencia de un contrato, prestaciones sociales, seguridad jurídica y acceso a servicios de salud. La informalidad en el empleo no solo vulnera los derechos, sino que limita las posibilidades de desarrollo profesional y personal, y agudiza la desigualdad.

Aunque la mayoría de los indicadores laborales y educativos del Valle de México muestran desempeños más favorables que los promedios nacionales —como la proporción de jóvenes que no estudian ni trabajan, que es seis puntos porcentuales menor respecto al nivel nacional de 20.6%—, persisten brechas estructurales que limitan la inclusión plena de las juventudes en el entorno socioeconómico. La tasa de desempleo juvenil en el Área Metropolitana es de 6.6%, superior al promedio nacional de 5.1%, lo que evidencia una presión adicional sobre quienes buscan incorporarse al mercado laboral. A ello se suma la feminización del trabajo no remunerado, que reproduce desigualdades de género y restringe la autonomía económica de las jóvenes, especialmente en un entorno en el que las tareas de cuidado son poco reconocidas y redistribuidas. La desconexión entre la oferta educativa y las demandas del aparato productivo genera desmotivación, frustración y abandono escolar, mientras que la informalidad laboral dificulta el desarrollo de trayectorias profesionales estables y con perspectiva de futuro.

Por otra parte, el entorno urbano impone retos específicos que agravan la exclusión por los elevados costos de transporte, la inseguridad en el espacio público, la saturación de servicios educativos y una oferta laboral que, aunque extensa, resulta inaccesible para quienes habitan en zonas periféricas o carecen de redes de apoyo efectivas.

La magnitud de estos retos demanda una respuesta interinstitucional, multisectorial y territorialmente diferenciada, que priorice la articulación efectiva entre los sistemas educativos y el mercado laboral. Es indispensable que, al egresar, las y los jóvenes cuenten con las competencias y condiciones necesarias para integrarse de manera digna y productiva al trabajo. Asimismo, resulta fundamental impulsar políticas de cuidado con perspectiva de género que reconozcan, valoren y redistribuyan las tareas del hogar y de cuidado que realizan las jóvenes, de modo que puedan ejercer el derecho a decidir sobre su incorporación al empleo y su desarrollo profesional.

Más aún, ante un panorama social complejo, se requiere potenciar los servicios de orientación vocacional, salud mental y acompañamiento psicosocial para evitar el abandono escolar y laboral. Todo ello debe partir del reconocimiento pleno de la diversidad juvenil y de la implementación de acciones que prioricen a los territorios con mayor necesidad, sin perder de vista la inclusión activa de colectivos históricamente vulnerados, como las y los jóvenes indígenas, migrantes, con discapacidad y quienes forman parte de la comunidad LGBTIAQ+.

Afortunadamente, en los últimos años tanto las administraciones locales como el gobierno federal han dirigido su atención a los desafíos que enfrentan las juventudes y han emprendido acciones para revertir las desigualdades estructurales y promover entornos más equitativos y sostenibles. Si bien el camino por recorrer sigue siendo largo y complejo, es responsabilidad de todas y todos continuar avanzando con decisión y corresponsabilidad.

Las y los jóvenes son actores fundamentales en la construcción de un futuro más justo, incluyente y resiliente. Reconocer su agenda, escuchar sus voces y generar condiciones para su desarrollo pleno constituye, más que una tarea técnica o administrativa, un imperativo ético que interpela a todas las instituciones y a la sociedad en su conjunto.

(*) Todos los datos aquí presentados fueron calculados con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, del segundo trimestre de 2025. https://www.inegi.org.mx/programas/enoe/15ymas/

It is a free and accessible digital platform that serves as an information and collaboration tool between youth and institutions for employability in CDMX

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