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Sistema Nacional de Cuidados: clave para dignificar la labor, valor y vida de les cuidadores

Autor:

Sacnite Acosta Hernandez
Sacnite Acosta Hernandez

Acerca de

Activista socioambiental e internacionalista por la UNAM. Co-fundadora y co-líder de LEGAIA, una iniciativa juvenil socioambiental que busca tejer resistencias territoriales desde las ciudades contra la crisis climática y el extractivismo. Desde 2018, ha dirigido, organizado y participado en múltiples proyectos, conferencias, y colaboraciones relacionadas a temas ambientales y de género. También colabora en DeudaXClima Mx desde 2023. Su activismo, además, busca tejer puentes con temas de diversidad sexual, género y búsqueda de personas desaparecidas.

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Activista socioambiental e internacionalista por la UNAM. Co-fundadora y co-líder de LEGAIA, una iniciativa juvenil socioambiental que busca tejer resistencias territoriales desde las ciudades contra la crisis climática y el extractivismo. Desde 2018, ha dirigido, organizado y participado en múltiples proyectos, conferencias, y colaboraciones relacionadas a temas ambientales y de género. También colabora en DeudaXClima Mx desde 2023. Su activismo, además, busca tejer puentes con temas de diversidad sexual, género y búsqueda de personas desaparecidas.

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de JuventudES:

Por Sacnité Acosta Hernández
Co-fundadora y co-líder de LEGAIA

 

Fátima Ochoa Morales
Miembra de LEGAIA

El mundo que hoy habitamos se mueve gracias a los cuidados. La labor de las personas cuidadoras es crucial para que la sociedad se sostenga.

Según la Organización Mundial del Trabajo existen 381 millones de personas cuidadoras. Gran parte de ellas cubren las tareas domésticas que permiten a les demás enfocarse en producir, satisfacen amplias necesidades sanitarias y fomentan procesos de desarrollo. Lamentablemente, el sistema capitalista suele ignorar y violentar a las personas cuidadoras al no garantizarles derechos laborales justos, no priorizar sus cuidados, ni reconocer la vitalidad de su labor.

Tan solo en México, las tareas de cuidado y apoyo no remuneradas dentro de los hogares realizadas por 31.7 millones de personas cuidadoras aportan alrededor del 26.3% del PIB nacional (INEGI, 2024). Considerando las pobres condiciones actuales que rodean las acciones de cuidados y las personas involucradas en ellos, no podemos continuar invisibilizándolas sin exigirle a las autoridades correspondientes que se conforme un sistema nacional de cuidados integral que dignifique la labor, valor y vida de les cuidadores.

Enunciándose como mujeres, jóvenes y activistas, somos conscientes del gran papel que ocupan los cuidados en nuestras vidas, sobre todo al volvernos adultas, debido a la histórica imposición de roles de género en la sociedad. En un solo día podemos cuidar de nuestra familia, de nuestro hogar, ambiente laboral, personas con las que mantenemos vínculos y finalmente, nos auto-cuidamos. Por lo que, los cuidados siempre han estado presentes en nuestras vidas de forma directa o indirecta, como cuidadoras y como personas que recibimos cuidados.

Por otro lado, al dedicarnos al activismo ejercemos otro tipo de cuidados más amplios y colectivos enfocados en una causa. Somos cuidadoras del medio ambiente, del clima y de la vida que constantemente resistimos desde diferentes frentes. Al mismo tiempo, cuidamos de las personas que componen nuestra colectiva, del espacio colectivo y de las alianzas que hemos tejido con el trabajo y lucha a lo largo del tiempo. Eso mismo nos ha llevado a priorizar de forma individual y dentro de la colectiva al autocuidado y a los cuidados para poder mantener un bienestar integral que nos permita continuar existiendo y resistiendo. Sabemos que un mundo sin cuidados y personas cuidadoras sería insostenible, injusto y violento.

Desde LEGAIA, consideramos a los cuidados como aquello que sostiene el trabajo y la lucha de nuestra colectiva. Antes que luchar contra la crisis climática y el extractivismo, antes que tejer con otras resistencias territoriales, LEGAIA es una red de apoyo que busca reivindicar al activismo climático desde la amistad política y los cuidados colectivos.

Quienes nos sumamos a la lucha por la tierra, el clima y la vida, somos sensibles a las injusticias y múltiples violencias que el extractivismo y el capitalismo han traído a las comunidades, pueblos y a nuestras vidas. Entendemos que existir en el sistema capitalista hace que vivamos diferentes violencias que nos atraviesan. Así, nuestra lucha, es una contradicción al sistema individualista y es en sí mismo un trabajo de cuidados. Por ello, situaciones que pasamos quienes somos parte de este movimiento, tales como: el trabajo voluntario no remunerado, la ansiedad y depresión al tratar los temas trabajados, y cualquier condición de riesgo que implica nuestra lucha, nos llevan a percibir a nuestra colectiva como un espacio plural y colectivo de cuidados.

Cuando en los movimientos proponemos tener imaginación radical, hay alguien que convoca los espacios para que broten nuestras ideas. Cuando decimos que debemos luchar con alegre rebeldía y resistir desde la fiesta, hay quien organiza reuniones, quién limpia, ordena y revisa que todes lleguen con bien. Cuando buscamos organizar la rabia y luchar con resistencia, hay quienes facilitan asambleas, toman minutas, dan seguimiento; escuchan los senti-pensares, ayudan a resolver conflictos; monitorean y cuidan en las protestas, observan y documentan cualquier violación de derechos humanos, y alzan la voz contra las injusticias que perciben.

Por ello, creemos que los cuidados en el movimiento climático y en cualquier espacio de lucha social, deben ser repartidos y reconocidos colectivamente. Porque sin los cuidados y nadie quien los brinda, ningún tipo de resistencia sería posible.

En ese sentido, gracias a la continua presencia de los cuidados en nuestro entorno, poseemos buenas herramientas para colaborar en el Foro Sobre Voces Jóvenes en los Cuidados para el desarrollo de políticas públicas. Esta dinámica fue muy valiosa ya que, a pesar de vivir los cuidados cotidianamente, muchas veces ciertos aspectos son desapercibidos tanto por nosotras como por la sociedad. Así, este espacio nos ayudó a reconocer la importancia de los cuidados y comprender la forma en la que otras juventudes viven o laboran desde ellos. No obstante, también identificamos los aspectos negativos que recaen en nosotres sin que se resuelvan o prevengan.

Aunque se avanzó en su problematización durante el Foro, la conversación alrededor del tema es mucho más compleja. Entonces, para elaborar un plan de acción política efectivo que realmente refleje nuestras necesidades como jóvenes cuidadores, los diálogos entre juventudes y autoridades deben profundizarse. La transición a un sistema integral y digno de cuidados debe centrarse en las mujeres, disidencias sexo-genéricas y juventudes para compensar su invisibilización histórica en esto.

Aunque los cuidados son necesarios para sostener la vida, muchas veces los cuidados que ejercemos las juventudes se dan en un panorama capitalista, racista, colonial y patriarcal por vivir en un sistema así. En el Foro nombramos cómo las juventudes desatendemos áreas importantes de nuestras vidas como nuestra formación académica, recreación y descanso por ejercer tareas de cuidados que suceden en un contexto en el que en muchos empleos se trabajan más de 48 horas semanales (algunos de estos son trabajos de cuidados en sí mismos como aquellos que se encuentran en el sector salud o educativo).

Asimismo, señalamos que, por una cuestión de género, somos las mujeres quienes dedicamos más horas a los trabajos de cuidados, provocando que muchas tengamos una jornada doble o triple de trabajo al día. Reconocimos que las diferencias se acrecientan cuando hablamos de quienes viven en las periferias de la Ciudad de México o en el Estado de México y sobre cómo factores como el sistema de transporte, la centralización de los empleos y servicios, la inseguridad y el acceso al agua, incrementan las condiciones de desigualdad en las que se dan los trabajos de cuidados.

Creemos que las propuestas de hacer un Sistema Nacional de Cuidados, de incrementar el número de UTOPÍAS, de trabajar junto con el Instituto Nacional de la Juventud y de mejorar los programas de empleo y de vivienda, son sin duda un prometedor punto de partida para el gobierno mexicano hacia una sociedad más justa y donde se pongan los cuidados al centro. Sin embargo, consideramos también que por más feminista y de cuidados que se declare la estrategia del gobierno, si esta sigue siendo una en donde el desarrollo y crecimiento económicos se conserven en el centro, seguirá siendo una estructura que perpetue al mismo sistema capitalista que continúa oprimiendo a quienes ejercemos labores de cuidados.

Entonces, pensamos que, sin incluir a las juventudes, las mujeres, las disidencias sexo-genéricas, los movimientos sociales y los pueblos organizados, los trabajos de cuidados no serán realmente reconocidos. Las acciones de cuidados son muy amplias y pueden presentarse en maneras implícitas o explícitas y dispersamente. A la vez, que las personas que brindan cuidados pueden ser muy diferentes entre sí, con distintas motivaciones y retribuciones al respecto. Por ende, es imperante que tanto la sociedad como los aparatos de gobierno lo reconozcan para desarrollar políticas públicas que realmente entiendan y prioricen los cuidados, las personas cuidadoras y las que reciben cuidados.

El Sistema Nacional de Cuidado debe centrarse en las necesidades y bienestar de las personas involucradas en cuidados para que sea efectiva. La vida se trata de los actos de cuidados que realizamos por otres desde la ternura y el apoyo. El cuidarnos entre nosotres en un mundo individualista y dañino es un acto de resistencia. Las redes de cuidado son lo que sostiene a las personas y a la vida.

Fuentes:

Organización Internacional del Trabajo. (2018). Empleo de cuidados y trabajo de cuidados. https://www.ilo.org/es/temas-y-sectores/economia-del-cuidado#what

Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2024). Trabajo no remunerado de los hogares. INEGI. https://www.inegi.org.mx/temas/tnrh/

 

NOTA: LEGAIA o Legado Gaia es una colectiva juvenil que es parte del movimiento por la justicia climática en México. Desde 2021 lucha contra la crisis climática desde su raíz: el sistema capitalista-extractivista. Para ello, teje resistencias territoriales desde las ciudades mediante tres áreas: acción territorial, formación de capacidades e incidencia política con proyectos como Siembra Esperanza Climática que busca implementar huertos urbanos comunitarios de acción climática; Escuelitas para la Vida, que busca formar a juventudes y comunidades sobre las herramientas del Acuerdo de Escazú como forma de ejercicio de derechos para quienes defienden al territorio; o la Caravana Mesoamericana por el Clima y la Vida, una acción conjunta con otras colectividades de defensa de territorio y derechos humanos, que recorre territorios en defensa de México a Brasil en marco de la COP-30.

 

Es plataforma digital libre y accesible que sirve como una herramienta de información y colaboración entre las juventudes y las instituciones para la empleabilidad en la CDMX

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