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Las Juventudes y el Parlamento Abierto

Autor:

Alexis Javier Esparza Reyes
Alexis Javier Esparza Reyes

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Politólogo y Administrador Público por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Asesor Legislativo. Técnico de la Comisión de Diversidad en la LXV Legislatura. Secretario Nacional de Movimiento Arcoíris por México, primer APN con registro ante el INE en materia de promoción de los derechos político-electorales de la población LGBT+. Consejero Distrital del INE en la Ciudad de México.

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de JuventudES:

Por Alexis Javier Esparza Reyes

Asesor legislativo de la Comisión de Diversidad
Cámara de Diputados

Hace menos de una década la realidad que viven las y los jóvenes en los espacios públicos era muy diferente, en la modernización de las instituciones, el Congreso de la Unión se transformó parcialmente en un campo abierto a las asociaciones, a las futuras promesas políticas y a las personas jóvenes.

Cuando hablamos de “Parlamento Abierto”, regularmente la sociedad malpiensa en esta figura a la que recurren las y los diputados y senadores para justificar alguna iniciativa de reforma importante aludiendo a que se realizaron un par de mesas de trabajo donde participaron con 10 o 15 minutos de ponencia, varias personas expertas en temas relacionados con la modificación que tratan de impulsar. Como ejemplo de ello, las mesas sobre la Reforma al Poder Judicial.

Sin embargo, el modelo de parlamento abierto no es la simple concesión por parte de los parlamentarios para abrir de vez en cuando las puertas de los congresos para tomarse fotos con algunas personas con destacada trayectoria para luego ignorar sus consideraciones en los dictámenes finales.

El parlamento abierto es todo un constructo que acerca a la ciudadanía con sus representantes, esto a través de abrir literalmente, las puertas de las cámaras a las personas ciudadanas que quieran ir a: conocer sus palacios de servicio público, platicar con sus representantes, presentar problemas con ideas de iniciativas que podrían ayudar a solucionar dichos conflictos, cabildear presupuesto, denunciar funcionarios públicos para iniciar juicios políticos, etc.

Esta idea de cercanía tiene muchos ejemplos en el mundo, desde la facilidad que brindan las herramientas tecnológicas, como en el caso del Parlamento Brasileiro o del Parlamento Británico, los cuales permiten a las personas representantes conocer las posturas de la ciudadanía respecto a sus iniciativas de ley, o el hecho de tener un buzón público a través del cual se pueden expresar problemas de la vida cotidiana que, con un poco de interacciones como likes o reacciones, pueden atraer la atención de las representaciones para traducirlos en apoyos directos, en reuniones o en iniciativas.

Por nuestro lado, el Congreso de la Unión todavía guarda recelo de su privacidad y es lejano con la ciudadanía, pero habríamos de ser necios si renegamos de los pequeños avances que se han logrado. Contando que desde el siglo XXI, consultar la Biblioteca Legislativa no cuesta mayor problema que presentarse en las puertas de San Lázaro y solicitar acceso para revisar el archivo; hasta el hecho de que, varias de las diputaciones y senadurías realizan eventos abiertos al público en los cuales, además de conocer las instalaciones, se tiene la oportunidad de intercambiar impresiones con nuestros representantes.

Destacadamente, la juventud ha sido por mucho uno de los grupos que más ventaja han tomado de la organización de eventos en conjunto con las y los legisladores. Tan fácil como tener un primer acercamiento con alguna persona representante o con alguien de su equipo, ya sea en persona, aprovechando un evento en común o a través de los números de oficina que son públicos mediante el directorio respectivo de la cámara de que se trate; para luego presentarse y solicitar el apoyo para gestionar un lugar y los servicios adecuados para cierto evento en torno a cierta causa por la relevancia de algún día conmemorativo o de la información que en ese momento se dará a conocer.

Estos eventos, más allá de la crítica sobre su utilidad pública, pues habrá quien nos diga que facilitar los espacios, accesos y servicios para un foro de organizaciones de ultraderecha, contrarias a los derechos reproductivos o al libre desarrollo de la personalidad no son sino una bofetada al presupuesto público; tienen como abono a la sociedad el hecho de fomentar prácticas de cercanía entre representantes y representados. Y como nos enseña Platón, las prácticas y costumbres forjan el carácter de los pueblos, por ello, que mejor que el carácter (la ética) de nuestro parlamento se vaya forjando como uno de puertas abiertas y verdadera representación popular.

Por otro lado, de la juventud hay que destacar su innovación y empeño para instalarse como parte del personal laboral dentro del Congreso de la Unión. Empezando una especie de servicio profesional de carrera informal, las juventudes ingresan a la Cámara de Diputados o al Senado mediante oportunidades reducidas: convocatorias explícitas, eventos de conexión, como de los que aquí se ha dado ejemplo o como sentenció Macchiavello, una mezcla de fortuna e inteligencia; para después, comenzar integrándose a las actividades por medio del Servicio Social o de las Prácticas Profesionales que les exigen sus carreras universitarias.

A la vez que liberan su servicio o prácticas en seis o tres meses, respectivamente, luchan por demostrar sus capacidades, por proponer ideas y por convencer a sus legisladoras para que en un futuro inmediato les den más que los tres mil pesos que la Cámara o el Senado les remunera por sus 240 o 480 horas de trabajo, para ser formal o informalmente contratadas.

Es por esta práctica que vemos nutridas las cámaras de jóvenes trabajadores, que intentan aumentar en la jerarquía y responsabilidades. Pero, este fenómeno ni es actual ni es exclusivo de las labores de asesoría parlamentaria. Desde hace cincuenta años, el personal de seguridad, almacén, archivo, servicios parlamentarios y demás áreas del Congreso de la Unión, se ha visto revestido de jóvenes de 17 años en promedio, que llegaron a trabajar y que se han forjado una carrera después de décadas, de idas y venidas de partidos en las administraciones, y que hoy representan la fuerza laboral más importante dentro del Legislativo Federal.

La relevancia de las juventudes reside en su resiliencia, adaptabilidad y en su resistencia a condiciones laborales que exceden, por decirlo de alguna manera, las garantías constitucionales exigibles, como una jornada máxima, días de descanso, vacaciones, pago de horas extras, y un salario igual a trabajo igual. No me atrevería nunca a menospreciar a las personas que trabajan por debajo del principio de un trabajo digno y bien remunerado, por el contrario, la visibilización del sobreesfuerzo en el servicio público que da la juventud a nuestro país debería poner en el radar la necesidad de su revaloración y recompensa.

Lo que puede decirse ahora es que la juventud está encadenando un mecanismo que por su conveniencia abre cada vez más los espacios públicos. Por la oportunidad de la cercanía con las y los representantes es que las personas jóvenes pueden llegar e integrarse al legislativo, y por el beneficio de organizar eventos que den visibilidad y fortalezcan las agendas de las personas representantes, estas personas jóvenes impulsan más y más las oportunidades para que la sociedad conozca sus espacios legislativos y participe del diálogo ocasional. Lo que nos queda pendiente es regular para bien estas prácticas, apoyar la implementación de herramientas que acerquen a la ciudadanía con el trabajo legislativo, utilizar las redes sociales y otros ejemplos internacionales para que cualquiera pueda expresar su voz a las y los diputados y senadores, y, sin lugar a duda, reconocer el esfuerzo del personal que abandera este encargo con derechos laborales dignos y con un servicio profesional eficaz

Es plataforma digital libre y accesible que sirve como una herramienta de información y colaboración entre las juventudes y las instituciones para la empleabilidad en la CDMX

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