Por Mtra. Mitzi Elizabeth Robles Rodríguez
Oficial de Programa del Centro de Colaboración Cívica
Uno de los retos sociales más grandes que se enfrenta en México, tiene que ver con la transformación de las condiciones estructurales de vulnerabilidad que padecen las personas más jóvenes, en oportunidades económicas, educativas y políticas sustantivas que les garantice formas de vida dignas, acordes con sus necesidades y proyectos individuales y colectivos o comunitarios.
De acuerdo con un estudio realizado por Acción Ciudadana Frente a la Pobreza[1], específicamente en la zona metropolitana, hay por lo menos 543 mil jóvenes entre los 15 y 29 años en condiciones de exclusión social, pues no han tenido oportunidad de acceder al sistema educativo medio superior -o están en riesgo de deserción-, no cuentan con un ingreso estable y suficiente para cubrir sus necesidades básicas y/o carecen de acceso al sistema de seguridad social. La dimensión de género también es un criterio fundamental para analizar dichas condiciones estructurales de vulnerabilidad, pues el 73% del total de jóvenes afectadas por las diferentes formas de exclusión, son mujeres que realizan labores domésticas y de cuidado sin algún tipo de remuneración por las mismas, poco más de la mitad tiene hijas o hijos.
Así, del total de 543 mil personas jóvenes en exclusión, 216 mil viven en la Ciudad de México; todas ellas se enfrentan a dinámicas de estigma y discriminación que no sólo impiden el reconocimiento de sus habilidades para su desenvolvimiento en distintos ámbitos técnicos, profesionales y/o económicamente productivos, sino que profundizan la reducción de sus posibilidades para acceder a modos de subsistencia estables. En este mismo sentido, el mismo diagnóstico muestra la importancia de reconocer que el desarrollo e implementación de políticas públicas para atender las problemáticas de las personas jóvenes, no han logrado ampliar significativamente las formas de inclusión económica, educativa y social.
Frente a estos contextos complejos, las y los jóvenes oportunidad de la Ciudad de México[2], comprometidos con la construcción de vías para transformar sus circunstancias sociales, están impulsando procesos de reflexión y construcción de acciones concretas que les permita, no sólo visibilizar las distintas problemáticas que enfrentan, sino sobre todo ser las actoras y actores centrales que logren dicha transformación. Por esta razón, ante la coyuntura social y política actual, marcada por cambios importantes en los gobiernos y en la gobernanza a nivel local y nacional, este grupo de jóvenes oportunidad no sólo se ha planteado la necesidad de construir propuestas de políticas de inclusión económica en la Ciudad de México, sino también de ejecutar acciones que visibilicen sus principales demandas, que inciden en otras y otros jóvenes de sus comunidades que enfrentan condiciones de vulnerabilidad estructurales similares y, por lo tanto, que consoliden su agencia política.
La consolidación de la agencia política del grupo de jóvenes oportunidad también ha significado la creación de espacios para su fortalecimiento para la incidencia colaborativa y el diálogo político, a fin de profundizar las habilidades que han adquirido a través de sus múltiples experiencias en la construcción de alternativas. En esta tesitura, el Centro de Colaboración Cívica (CCC) fue convocado para compartir, a través de un taller práctico, elementos sustantivos para la comunicación, la negociación y la interlocución política. De esta manera, las y los jóvenes oportunidad a través del diálogo, la reflexión colectiva y la puesta en común de experiencias, intereses y preocupaciones, comprendieron que su agencia política y el impacto de las acciones (por medio de las cuales inciden en sus contextos de manera particular, así como en las decisiones de quienes asumen el mandato de crear e implementar políticas públicas para atender las problemáticas que les aquejan), requiere de recursos materiales e inmateriales que amplifiquen los resultados de sus acciones.
La comunicación para la incidencia puede concebirse como uno de esos recursos inmateriales que les permita construir narrativas nuevas, sólidas y críticas que, además de visibilizar sus demandas, transmitan de manera asertiva y estratégica sus problemáticas. En este sentido, las y los jóvenes oportunidad tuvieron la posibilidad de reflexionar sobre los criterios que hacen que un mensaje o una narrativa logre realmente incidir en un espacio social o político, pertinente para sus demandas y acciones. Ha sido fundamental que ellas y ellos reconozcan que la construcción de mensajes sólidos y potentes, es parte de la organización colectiva que antecede al diálogo y/o la interlocución política; y que dichos mensajes deben ser capaces de comunicar todo lo que constituye su historia subjetiva y colectiva, así como todo lo que han logrado comprender respecto a las problemáticas que les afectan, como las causas, los obstáculos a los que se enfrentan y las alternativas de solución que identifican. Esto último es fundamental para el desarrollo de su rol como actores de cambio.
Para el grupo de jóvenes oportunidad, el cambio social y político requiere de la interlocución y negociación con otros actores relevantes, que tienen un rol fundamental en la toma de decisiones que definen las soluciones y alternativas que buscan. De tal forma que la profundización de los conocimientos que han adquirido a partir de distintas experiencias sobre negociación colaborativa, así como el fortalecimiento de sus habilidades para la misma, se ha convertido en un eje fundamental para la continuación de su proceso político.
La negociación colaborativa como una estrategia central de incidencia política es una forma de buscar consensos, acuerdos y, lo más importante, soluciones acordes con las necesidades de las personas o grupos de personas afectadas por una problemática determinada. Ésta requiere reconocer los intereses y propuestas de las contrapartes, desarrollar una escucha activa sobre sus preocupaciones prioritarias y construir respuestas que satisfagan a todas las personas involucradas en el proceso.
Bajo esta premisa, las y los jóvenes oportunidad han podido vislumbrar, a través de un proceso de aprendizaje colectivo práctico, que una parte sustantiva de la interlocución política es precisamente la construcción de mensajes con capacidad de incidencia política, así como el reconocimiento de la posición e intereses de la persona o los actores con quienes se busca construir un proceso de negociación colaborativa, con el fin de encontrar una alternativa viable a cualquier tipo de problemática que plantean en los distintos espacios en los que inciden social y políticamente.
Desde esta perspectiva de fortalecimiento de habilidades políticas, el grupo de jóvenes oportunidad con plena conciencia de los retos que enfrentan en la coyuntura política actual, amplifica sus posibilidades de incidencia y se prepara de manera crítica para posicionarse cada vez con mayor fuerza en el escenario público como una red de jóvenes conscientes. Jóvenes que enfrentan los problemas sociales y económicos que les afectan planteando alternativas, movilizándose colectivamente; y llamando a otras y otros jóvenes a sumarse a la visibilización de las condiciones de vulnerabilidad con las que viven, a construir conjuntamente sus demandas y a imaginar soluciones reales para tener una vida digna y sostenible en el tiempo
[1] La información extensa sobre dicho estudio, puede consultarse en el documento: Red Global de Jóvenes Oportunidad de la Ciudad de México (GOYN CDMX). (2024). “Jóvenes Oportunidad en la Ciudad: Nuestra Voz, Nuestra Chamba, Nuestra Incidencia”. Disponible en línea en el link: Doc 3 de abril (juventudes.mx)
[2] Las y los jóvenes oportunidad tienen entre 15 y 29 años, se definen como personas resilientes, creativas y con capacidad de resolución, que viven en contextos adversos de la Ciudad de México y zona metropolitana y que se han movilizado para aportar en la construcción de alternativas a las problemáticas que les aquejan.