Ana Paula Ricalde Cortés
Dirección de inversión Social
Nacional Monte de Piedad
Seguramente has escuchado alguna vez en una película la frase “Nadie dijo que salvar el mundo fuera fácil”, y si no ha sido esa frase concreta, tal vez has escuchado una muy parecida, especialmente en películas de superhéroes. Y la realidad es así, especialmente en la búsqueda de soluciones para desafíos sociales apremiantes como la restitución y exigencia de los derechos humanos y en este caso, el acceso a condiciones de trabajo dignas para las, los y les los jóvenes.
Es en este contexto, que la participación multiactor emerge como un elemento clave que permite a los jóvenes participar como agentes activos en la configuración de políticas públicas y programas que afectan sus vidas y así lo he podido observar en Atena, Shlomi o Jaqui, jóvenes activistas parte de la Red Global de Jóvenes Oportunidad en la Ciudad de México (GOYN por sus siglas en inglés) o Alonso quien participa de la red de JuventusMx y hace unos días tuve la oportunidad de compartir con él el espacio en una mesa de diálogo para la construcción de propuestas de políticas públicas que serán entregadas a las personas candidatas a la jefatura de gobierno de mi querida CDMX. La participación de todos ellos en estos espacios no solo garantiza una representación genuina de sus necesidades, sino que también enriquece los procesos de diálogo y reflexión con perspectivas actuales y experiencias auténticas, que, en ocasiones, desde el adulto centrismo no consideramos.
En el centro de esta participación multiactor, o en la “fuente de energía” como diría Otto Scharmer, autor de la Teoría de la U y a quien te recomiendo mucho leer, se encuentra la promoción de liderazgos colaborativos, pues se fomenta la horizontalidad y la inclusión, lo que significa que no hay una jerarquía rígida entre los miembros de un grupo, sino un reconocimiento de la diversidad y la igualdad de voz, en donde cada individuo es valorado por sus contribuciones, y se promueve un ambiente de confianza, respeto mutuo y apoyo.
Cuando fomentamos espacios de esta naturaleza, trabajando juntos jóvenes y adultos, personas del sector privado, público y social y la ciudadanía contribuimos a cerrar brechas generacionales y a tener un entendimiento mutuo más profundo que permiten la co-construcción de soluciones más inclusivas y sostenibles. Un ejemplo de ello es la plataforma “Jóvenes X el emprendimiento” lanzada por GOYN el año pasado o el festival “Jóvenes con Oportunidades” próximo a lanzarse.
La voz de los jóvenes, potenciada en gran medida por las plataformas digitales y las redes sociales, ha demostrado ser un catalizador poderoso para la incidencia pública. A través de estos canales, los jóvenes pueden expresar sus preocupaciones, demandar cambios y movilizar apoyo de manera rápida y efectiva. Las redes sociales no solo amplifican sus voces, sino que también les brindan un espacio para compartir recursos y fortalecer movimientos en torno a causas comunes y además han resultado ser un canal de conexión basado en el liderazgo colectivo.
Es esencial que los proyectos de incidencia pública reconozcan y valoren este papel fundamental de los jóvenes para el logro de sus agendas, sin importar cual sea. Al hacerlo, se fortalece el tejido social y se avanza hacia un futuro más justo y equitativo para todas las generaciones.