La intervención de las juventudes es crucial para la construcción de una democracia más participativa, incluyente y robusta. En México hay 37.8 millones de jóvenes, de los cuales 26.2 millones se encuentran entre los 18 y 29 años (30% de la lista nominal del país) y votaron en las elecciones de 2024, con una participación estimada de 65% (Instituto Nacional Electoral). Sin embargo, este sector exige una mayor intervención en el espacio público y la toma de decisiones. La formación de liderazgos jóvenes enfrenta impresiones mayormente negativas hacía la actividad política como son: desánimo (68.3%), molestia (65.2%) y frustración (58.4%), por lo que 63.6% se sienta excluido de la política y un amplio segmento de ellos (73%) experimente desconfianza (Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México y Expansión Política). Persiste la idea de que la participación y liderazgo de los jóvenes en asuntos públicos es mínima y hay poco involucramiento. En la práctica la política les es “ajena”, porque es un ámbito que los margina y en el que no se sienten representados, a pesar de que ese grupo etario ha evolucionado hacia nuevas formas de participación política.