By Elio Villaseñor G.
“La juventud de hoy son los líderes del mañana”
Nelson Mandela
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca marcó una etapa de retrocesos en temas cruciales como el medio ambiente, los derechos humanos y la proliferación de noticias falsas y redes de desinformación.
Este contexto plantea una realidad desafiante para los jóvenes, quienes deben encontrar en su creatividad e imaginación la fuerza para construir iniciativas que no solo les permitan resistir, sino también ser protagonistas frente a los profundos cambios que transforman el mundo. En ese tenor, el papel de los jóvenes como agentes de cambio es fundamental en un escenario donde la información se fragmenta y narrativas dominantes como la de Trump perpetúan modelos excluyentes.
Los jóvenes no pueden limitarse a ser simples espectadores ni cajas de resonancia de esas narrativas dominantes.
La época les exige una actitud crítica y proactiva frente a los nuevos desafíos, especialmente ante plataformas digitales y redes sociales que buscan manipular percepciones, generar polarización y alimentar el miedo. Precisan desarrollar competencias digitales que les permitan discernir entre la información verificada y la desinformación, así como promover contenidos que reflejen realidades inclusivas y diversas.
Es imprescindible fomentar espacios de diálogo y construir puentes de colaboración para, junto con otros sectores de la sociedad, encontrar caminos hacia soluciones colectivas, por lo que construir redes intergeneracionales y multidisciplinarias les permitirán articular propuestas de solución más sólidas y con mayor impacto en la agenda pública y los retos que surjan a nivel global.
Frente a las amenazas de la desinformación y las dinámicas excluyentes que caracterizan la era de Trump, los jóvenes tienen no solo la oportunidad, sino también la responsabilidad, de liderar un cambio hacia un futuro más inclusivo y equitativo. Su participación innovadora en los ámbitos de la política, el activismo social y el campo de la tecnología puede marcar la diferencia en la creación de un entorno más justo para ellos y la sociedad en general.
La alianza de Trump con grandes empresarios tecnológicos y su retórica polarizadora nos lleva hacia un mundo donde la xenofobia y la exclusión parecen ganar terreno.
Este modelo favorece a unos pocos privilegiados mientras la mayoría queda fuera de los círculos de poder y oportunidades, perpetuando las desigualdades estructurales que afectan especialmente a las comunidades más vulnerables.
Este entorno, tanto a nivel global como nacional, representa una amenaza directa al bienestar colectivo y los derechos fundamentales.
En nuestro país, la situación se agrava por la tendencia gubernamental a minimizar u ocultar los problemas nacionales, dificultando que las voces y propuestas de los jóvenes logren posicionarse en la agenda pública, debido en buena medida a la falta de espacios de participación efectiva y la poca sensibilidad y receptividad por parte de las instituciones hacia nuevas ideas que limitan el desarrollo de soluciones innovadoras y sostenibles.
En ese plano se encuentra la falta de un sistema de cuidados que atienda las necesidades de los jóvenes que cuidan a personas que requieren cuidados, especialmente aquellos en situación de vulnerabilidad. Un sistema de cuidados adecuado es fundamental para que los jóvenes puedan desarrollar su potencial y contribuir a la construcción de un país más justo e inclusivo, al tiempo que se garantice su bienestar educativo, económico y emocional. Esto implica fortalecer programas de educación dual, garantizar el acceso a servicios de salud mental y crear mecanismos de acompañamiento para facilitar su transición a la vida adulta de manera plena y autónoma.
En línea con lo anterior, en la presente Edición el tema del sistema de cuidados es tema eje de las colaboraciones que conforman Plataforma JuventudES. Erika Martínez Macedo, nos comparte su artículo “Propuestas de las y los jóvenes oportunidad para un sistema integral de cuidados”, al igual que Fernanda Monserrath, quien nos invita a leer el documento “Jóvenes: nuestra carta de derechos al cuidado y al trabajo”; como también Melani Rubí Santos en su texto “El nuevo gobierno y las juventudes ante el Sistema de Cuidados en la CDMX”. En esa línea SERAJ nos comparte su colaboración titulada “La realidad laboral de las personas jóvenes en Ecatepec y las consecuencias de un sistema de cuidados deficiente”. Con una visión más regional, la Dra. Jessica Espinoza participa su análisis sobre “Los Cuidados de las personas desde una perspectiva de género y de derechos humanos. Finalmente, Ana Sánchez y Dayron Escorcia nos participan las experiencias e implementación de los sistemas de cuidados en Bogotá, Colombia.
Garantizar que las demandas de los jóvenes sean escuchadas y traducidas en acciones concretas será uno de los grandes retos. Por ello, es imperativo que los jóvenes fortalezcan su incidencia política y social a través de acciones de comunicación efectivas, alianzas estratégicas y una participación activa en la toma de decisiones, con el objetivo de generar un impacto positivo en sus comunidades y en la construcción de un país más inclusivo y democrático.
Recapitulando, la era de Trump representa una encrucijada, pero también una oportunidad para que los jóvenes no solo reaccionen ante los problemas, sino que lideren el cambio.
Con creatividad, determinación y colaboración, pueden construir un futuro que enfrente los retrocesos y coloque la justicia, la sostenibilidad y la inclusión en el centro de la agenda global.