By Elio Villaseñor G.
Director General de Iniciativa Ciudadana para
la Promoción de la Cultura del Diálogo, A.C.
“El cuidado de los demás y del entorno
es la más alta expresión de humanidad”
— Leonardo Boff
La vida de las y los jóvenes transcurre hoy en un contexto marcado por la incertidumbre, la pasividad institucional y el temor constante frente a amenazas globales como la guerra.
Sin embargo, ante este escenario complejo, la juventud ha sabido reconocer su fuerza y ejercerla para enfrentar los desafíos cotidianos.
Uno de esos retos, profundamente invisibilizado, es su papel en los sistemas de cuidado dentro del entorno familiar.
En medio de múltiples adversidades, muchas y muchos jóvenes han debido encontrar el coraje necesario para asumir responsabilidades que tradicionalmente no se les reconocen, al mismo tiempo que intentan construir sus propios proyectos de vida.
Han tenido que madurar a la fuerza, desarrollando habilidades para cuidar de otros sin renunciar a sus propias aspiraciones.
Estos esfuerzos, lejos de quedar confinados al ámbito privado, comienzan a compartirse en redes sociales y espacios colectivos, dando visibilidad a una realidad largamente ignorada.
En este contexto, el Foro Jóvenes en los Cuidados, celebrado el pasado 20 de junio, representó un hito en la articulación de las voces juveniles en torno a la construcción de un Sistema de Cuidados inclusivo y equitativo en la Ciudad de México.
El foro puso en evidencia la necesidad urgente de integrar plenamente a las juventudes en el diseño y desarrollo de este sistema, de manera que responda a sus realidades y aspiraciones.
Las intervenciones de las y los jóvenes participantes reflejaron no solo una conciencia crítica sobre las desigualdades estructurales que enfrentan, sino también una disposición activa para incidir en la transformación social desde su experiencia como cuidadores, personas cuidadas y promotores del autocuidado.
Desde esa experiencia, las juventudes visibilizan el cuidado como un derecho humano y promueven su redistribución justa entre géneros y generaciones.
Entre las alternativas emergentes, destaca la propuesta de crear cooperativas de cuidados, orientadas al desarrollo de habilidades, la generación de empleo digno y la revalorización de las tareas domésticas, históricamente relegadas.
Las y los jóvenes no solo alzaron la voz para exigir el reconocimiento legal del trabajo de cuidados, sino que también propusieron soluciones concretas que dignifiquen este sistema esencial para la vida.
La participación juvenil retrató con sensibilidad y contundencia el papel transformador de su generación.
A pesar de la precariedad institucional y los riesgos que definen su presente, las juventudes no se quedan en la queja ni en la espera pasiva.
No aguardan respuestas: actúan, se organizan y construyen alternativas desde la práctica y la solidaridad.
Su acción no es meramente reactiva ni individual. Es colectiva, creativa y profundamente política.
Hoy más que nunca, resulta urgente escuchar y reconocer a esta generación que no solo exige ser oída, sino ser reconocida como actor central en cualquier agenda de justicia social, con propuestas claras y viables para transformar el sistema de cuidados en una red más justa, equitativa y humana.