Por Paola Camila Alós Villalba
Miembro del Grupo Asesor de Jóvenes (GAJ)-GOYN-CDMX
En la Ciudad de México, muchas veces se piensa en cuidados como algo ajeno a las juventudes, como si nuestras vidas estuvieran al margen de esta responsabilidad. Pero basta con asomarse a los hogares de Iztapalapa, Milpa Alta o Xochimilco para ver una realidad distinta: somos niñas, adolescentes y jóvenes quienes sostenemos la vida en condiciones de desigualdad y sin reconocimiento.
Este año, en el Foro Voces Jóvenes en los Cuidados, el día 20 de junio del presente año en Clap Cdmx, que es un espacio de programas y talleres para el aprendizaje de jóvenes, ubicado en Tacubaya, tuvimos la oportunidad de alzar la voz y hablar de lo que pocas veces se escucha: que también somos sujetas y sujetos de derechos cuando hablamos de cuidados.
Hubo participación de parte de la red GOYN, Plataforma JuventudES, Oxfam México, Iniciativa Ciudadana y colectivas de mujeres cuidadoras de la periferia, entre otras. Se hizo un conversatorio en el que dialogamos de las cosas que nos acaecen a través del cuidado, de quién, porqué y para qué cuidamos, la importancia de un trabajo como el de cuidados que atraviesa a todas las generaciones e impacta al mundo.
En México, 31.7 millones de personas realizamos labores de cuidado no remunerado en nuestros hogares u otros espacios; el 75% somos mujeres. Y entre ese universo, hay 101 mil jóvenes en la Ciudad de México que no pueden estudiar ni trabajar de forma digna porque están ocupadas, sobre todo mujeres, cuidando a otras personas. Pero detrás de los números hay historias de vida, sueños pospuestos y cuerpos agotados: Yo soy una de esas jóvenes, que como muchas de mis compañeras y compañeros del Grupo Asesor de GOYN-CDMX, me ha tocado cuidar a familiares enfermos, adultos mayores, infancias. Lo he hecho sin remuneración, sin redes de apoyo institucional y muchas veces sinsaber que eso también es trabajo.
En las mesas de diálogo del Foro, muchas coincidimos en una misma sensación: la de ser invisibles para las políticas públicas, pero indispensables para la vida cotidiana, sosteniendo.
El cuidado tiene miles de formas desde el amor, apoyo, protección, pero también es un trabajo y es una responsabilidad.
Cuando hablamos de cuidados, también hablamos del entorno. Cuidar no es solo acompañar a una persona enferma o preparar la comida. Las juventudes, particularmente quienes defendemos el territorio y el medio ambiente, entendemos que no hay cuidados posibles sin un planeta sano. Como dijo una compañera en el foro: “Gracias a nosotras, este mundo no se cae”. Y tiene razón. Este mundo lo sostenemos muchas veces desde el amor, pero también desde la urgencia de que alguien lo haga.
Desde nuestra participación en GOYN, hemos trabajado para tejer alianzas multisectoriales, crear puentes entre sociedad civil, gobierno y sector privado. Queremos que nuestras propuestas no se queden en foros o documentos, sino que se traduzcan en leyes, presupuestos y servicios concretos.
La ausencia de una política pública nacional y local que reconozca y valore a las juventudes cuidadoras tiene consecuencias profundas: vivimos jornadas triples, con estudios a medias, trabajos mal pagados y poco o nulo autocuidado. Esta falta de tiempo no es solo una cuestión logística: impacta en nuestra salud mental, física y emocional. Lo dijeron también personas expertas en el Foro: sin reconocimiento, sin presupuesto, sin corresponsabilidad del Estado, los cuidados seguirán recayendo en quienes menos tiempo y recursos tienen.
El Foro fue una muestra de lo que sí es posible cuando nos escuchan. Las voces jóvenes tenemos propuestas claras, casi al final del foro se firmó un pliego petitorio con autoridades correspondientes y juventudes cuidadoras en una especie de acto simbólico.
Hablar de juventudes y cuidados no es solo hablar de una carga. Es también hablar de un derecho: el derecho a cuidar, a ser cuidadas y a cuidarnos con dignidad. Y eso incluye poder soñar, poder descansar, poder decidir sobre nuestras vidas. No pedimos caridad ni lástima, pedimos corresponsabilidad social e institucional, porque al final del día, este sistema si realmente aspira a ser integral necesita de nuestras voces, nuestras experiencias y nuestras propuestas.
Somos jóvenes que estamos listas y listos para transformar el cuidado en colectivo.